27 de enero del 2017 00:00
Patricio Zuquilanda es reservado, pero se ocupa de los detalles
Mario Alexis González
Redactor
politica@elcomercio.com (I)
Son las 16:00 del sábado 21 de enero.
Patricio Zuquilanda, candidato presidencial de Sociedad Patriótica, toma una
pala, saca tierra y planta un árbol en el parque central de Mindo.
El político no tiene problemas en
arrodillarse. Tomar la tierra con sus manos. Las marcas de ese trabajo se notan
en las rodillas de su pantalón color vino y en las mangas de su camisa blanca.
Lo ayudan Lucio Gutiérrez, candidato a la Asamblea, y Johnnie Jorgge, su
compañero de fórmula.
Ese acto simbólico, “señal de su compromiso
ambiental”, es parte de la jornada de celebración del golpe de Estado del 2000
propiciado por el entonces coronel Gutiérrez. A las 09:15 llega a la sede del
PSP a bordo de vehículo, un automóvil negro. Luego participa de una rueda de
prensa para recordar los hechos del 2000.
El excanciller es de pocas palabras. Los
discursos de Lucio y Gilmar Gutiérrez bordean los 10 minutos cada uno.
Zuquilanda, en cambio, en tres minutos se pronuncia sobre la lucha contra la
corrupción que propone si llega a gobernar.
Luego de la declaración el grupo de
dirigentes decide tomarse una foto. Los presentes bromean, lo hacen de manera
informal, pero Zuquilanda prefiere algo “más serio”. Toma la batuta y se pone
de frente a la formación, ubica a los altos atrás y a los pequeños delante.
A su llegada a Mindo, almorzó un sánduche en una cafetería local.
Conversa con los Gutiérrez y baja para
organizar la caravana. Mira los vehículos, saluda con los simpatizantes y se
cerciora de que todos los autos tengan stickers y banderas.
Por cuestión de espacio, no es posible que el
equipo de este Diario viaje junto a Zuquilanda. Él ocupa una camioneta negra
junto a Lucio Gutiérrez, el candidato legislativo, Raúl Mora y un conductor. El
excanciller es detallista. Hace parar la caravana dos veces para pedir a la
camioneta que encabeza el recorrido que vaya despacio para que la columna de
vehículos no se separe.
Por el clima (11 °C en Quito) va al interior
del vehículo. Pero, luego de 30 minutos, en la avenida De la Prensa empieza a
salir el sol y decide ir en el balde con Gutiérrez y Mora. En ese trayecto
saluda a la gente de lejos y cuando el carro se detiene se agacha para
estrechar su mano con varias personas que se acercan.
En el recorrido, algunos transeúntes lo
aplauden y otros le bajan el pulgar en señal de desaprobación. Al llegar a
Cotocollao, la caravana se encuentra con candidatos y simpatizantes de Alianza
País que realizan una campaña puerta a puerta.
En el parque central de Mindo sembró una planta, junto con Lucio Gutiérrez.
Zuquilanda sonríe y habla en voz baja, tres veces, con Gutiérrez. Al final los
saludan, aplauden y sonríen.
A las 15:00 llega a Mindo. En una cafetería
local lo reciben con banderas, camisetas y música de campaña. Son unas 15
personas. Con los que lo acompañaron en la caravana hacen un grupo de unos 50
simpatizantes en total. Luego, sube al balcón y da un discurso. Le toma ocho
minutos. Agradece a sus seguidores y hace dos ofrecimientos puntuales: terminar
con la extracción de petróleo en el Yasuní y con la minería a cielo abierto en
el Ecuador.
Baja y lo espera un refrigerio. Son sánduches
de jamón con queso y un vaso de gaseosa. Se nota su buen apetito, pues repite
la porción.
Es impaciente y lo demuestra. Mientras el resto
de personas aún comen, él sale y saluda con los lugareños. Conversa varios
minutos con el sacerdote de la parroquia y toma en sus brazos a un niño. Luego
monta en uno de los vehículos, que tiene un retrato suyo pegado en la ventana y
se dirige a comprar la planta que luego sembraría.
Desde Mindo la caravana avanza a los
territorios de San Miguel de los Bancos y Pedro Vicente Maldonado, donde saluda
con más simpatizantes. Desde ahí emprende el retorno y llega a Quito a las
22:30, tras 13 horas de campaña, que cerraron su agenda semanal.
Datos curiosos
Patricio Zuquilanda realiza su campaña en
familia.
Su equipo más cercano está liderado por su
hermano Fernando, quien se encarga de la logística; su esposa Priscila Flores,
encargada del manejo político; y su hijo Sebastián, quien figura como
responsable del manejo económico de su candidatura.
Durante todo el recorrido del 21 de enero de Zuquilanda, el jingle de su
campaña se escucha incesante. Se trata de un cover de la conocida cumbia
peruana Cariñito, escrita por Ángel Rosado en 1942. En el coro se reemplazó el
“lloro por quererte, por amarte” por “Patricio Zuquilanda, presidente
honorable”.
Texto y fotos tomados de El Comercio
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